No solamente con elaborar un plan estratégico una empresa tendrá enfoque hacia la obtención de mejores resultados, para lograr esto, se requiere que el nivel directivo de la empresa piensen en forma estratégica.
El pensamiento estratégico es una de las principales características de los altos ejecutivos. Ésta les ayuda a lograr sus objetivos y a llevar a sus proyectos al éxito, pues la estrategia en la empresa y los buenos resultados son directamente proporcionales. Es un proceso de aprendizaje permanente, ya que constituye una práctica creativa e imaginativa de enfrentarse a nuevas situaciones que se perfecciona con la práctica. Es un proceso continuo que no se debe diseñar como una tarea con inicio y fin.
Para no solo sobrevivir, sino desenvolverse bien y prosperar. En este momento, y en el futuro, hay que tener una visión clara de dónde se está, dónde se quiere estar y qué se puede hacer para decidir qué hacer.
Cuando no hay un propósito claro, no hay identidad. No hay rumbo, no hay motivación y los empleados trabajan a ciegas, en forma rutinaria, dando solamente continuidad a la forma en la que vienen haciendo las cosas, ya que es lo único seguro, el ahora. Si no hay una visión que defina “qué queremos llegar a ser”, se produce una enorme resistencia al cambio. Esto puede ser un problema cuando se producen alteraciones en el entorno que influyen en la empresa y en sus empleados (lo cual es frecuente). Es en este contexto en el que pensar como una estratega no es una opción, es una necesidad.
El pensamiento estratégico se concentra en sacar ventaja de los eventos favorables que ocurren en el entorno y tomar medidas defensivas eficaces para mitigar el efecto de los eventos desfavorables, es hacer que las cosas sucedan a pesar de…….
Pensar estratégicamente es un proceso que se inicia desde el análisis, el estudio o diagnóstico riguroso de una situación dada. Esta información nos permite desarrollar una idea, crear o pensar algo nuevo que puede ser la gran ventaja competitiva hacia el futuro inmediato de la empresa. Pero también es una habilidad que se puede aprender, desarrollar y aplicar en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana. Es una habilidad que nos permite estar en una posición mental adecuada para tomar decisiones racionales. 4 puntos hay que considerar:
Un buen estratega ha de anticiparse. Analizar el mercado, la competencia, la empresa, las tendencias, los clientes, incluso lo que nos resulte ajeno. Pero, ¿por qué perder el tiempo con aquello que no nos influye? Los modelos de negocio de las empresas del futuro se están creando hoy y ya son muchos los sectores que han visto como se rompía su cadena de valor tradicional en muy poco tiempo. Mirar hacia dentro, mirar hacia fuera y mirar desde fuera, mirar desde arriba, mirar de por los lados. La mejor de las posibilidades ocurre cuando puede transformarse una amenaza en una oportunidad y una debilidad en una fortaleza.
Pensar como un estratega significa priorizar. Saber poner y centrarse en el foco en lo que es realmente importante y fundamental en el negocio. La correcta combinación y ponderación de los conceptos de urgencia e importancia de una tarea es lo que determinará el tipo de acción a realizar con ella. Si algo es importante pero no urgente, planealo; si algo es urgente pero no importante, delégalo; si algo no es ni urgente ni importante, sencillamente, no lo hagas, pero si algo es importante y urgente… es momento de entrar en acción.
Un estratega tiene que adaptarse. Como ya se ha dicho, pero es fundamental insistir en esto, el pensamiento estratégico se basa en la investigación y análisis de datos e información para anticipar la evolución del mercado y del entorno, con el fin de actuar de la manera más eficiente posible con los recursos disponibles, para adaptarse o adecuarse a las nuevas circunstancias. Para esto no hay que mirar al infinito, a lo externo, a lo incontrolable, la adaptación surge del interior de la empresa, de su cultura y de su capacidad para reinventarse y la capacidad para improvisar es, indudablemente, una cualidad estratégica. Además, la estrategia puede suceder en el presente (ser reactiva o correctiva) u orientarse al futuro (ser proactiva y creativa); y estos tiempos de acción no deberían ser excluyentes, pueden y deben ser complementarios, pero todo depende de la capacidad de adaptación que se tenga.
Y en último lugar, pensar como un estratega es actuar, ya que: “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”, Confucio. Debe haber un compromiso con la acción y con los resultados.
Así que: ¡STOP! No hay que dejarse llevar por la sobrecarga de trabajo, la inercia, el chambismo, la costumbre o el miedo al cambio. Debemos alejarnos del bosque para que los árboles no nos entorpezcan la visión y dedicar un tiempo a pensar qué es lo que está pasando.
Hugo Zamora
Coach y consultor
hzamora@iaed-ac.com.mx